Francisco Sicilia

Enseñanza

Taller música y creación.

Quisiera compartir algunas palabras acerca de la enseñanza y el aprendizaje de la música.

Toda enseñanza parte de una determinada concepción del mundo, de determinados principios. Todo lo que aprendemos esta íntimamente ligado a nuestras percepciones, a nuestras ideas, a cómo concebimos la vida.

Por ejemplo, si estamos aprendiendo lo que es el ritmo, podríamos estudiar las figuras, los compases, los diferentes estilos rítmicos, etc.

En otras culturas, en cambio, se concibe el estudio del ritmo en la música como una manifestación más de lo rítmico en el mundo, en el universo. Se comienza por percibir los ciclos de la naturaleza, sus ritmos propios, como hay ritmos dentro de ritmos, etc.
Otros caminos comienzan por percibir el propio sistema de ritmos del cuerpo humano, el ritmo respiratorio, el cardíaco y otros. Los antiguos pueblos de África concebían el aprendizaje del ritmo como una profunda comunión con la madre tierra, el aspecto femenino de la creación;

Entonces, este aprendizaje estaba en íntima comunión con un camino de crecimiento como persona en relación a su mundo, a la tierra, a un profundo compromiso con su propia vida, con su comunidad y con toda manifestación de vida, ya que lo vital es la tierra, es la naturaleza, el ritmo.

Para occidente el aprendizaje del ritmo se reduce a poder manejar ciertos elementos rítmicos con soltura, a la lectura, a la rapidez con que podamos captar las ideas, etc.

Sin duda, lo mejor que podemos hacer, es estar abiertos a percibir, a integrar los infinitos caminos que nos pueden conducir al conocimiento, lo cual no es nada fácil, ya que no es lo mismo mezclar que integrar.

Bill Evans compartió su camino en un momento con John Coltrane y Miles Davis, nos habla en un texto incluído en el disco “Kind of Blue” de Miles, del arte de la pintura Zen. Allí nos muestra la profunda preparación que necesita un artista para plasmar, en pocos segundos, la obra de arte. Nos relata cómo el pintor prepara la tinta, el papel, los pinceles; cómo despliega la hoja frente a si, etc.

En realidad todo esto no es más que la manifestación exterior de una preparación interior.

De cuántas cosas debemos liberarnos para ser realmente libres en el momento de crear.

John Cage, como un luminoso alquimista moderno, nos somete todo el tiempo a una despiadada búsqueda de la desconceptualización. Vivimos catalogando y encerrando en conceptos todas las vivencias que experimentamos. Cometemos diariamente el acto de reducir el milagro de la vida, del sonido, de la creación, del aprender; a conceptos rígidos de lo que ocurre.

Yehudi Menujin, el famoso violinista, nos cuenta la profunda impresión que le causó conocer el arte de la improvisación en la india, de la mano de Ravi Shankar. Verlos tocar juntos es asistir a un continuo fluir vital del sonido, sin principio, sin final, la energía libre de la vida fluyendo en poderosa armonía.

Menujin, en su tratado de violín, dedica prácticamente la mitad del libro a que el músico adquiera paulatinamente su propia conciencia corporal: como es su postura, como circula la energía, como utiliza los ejes y articulaciones, como reparte el peso, etc; Pero no desde una actitud juzgadora, sino desde una postura de un simple observador: observar sin intervenir, sin controlar, concientizarse. El ser conciente de algo posibilita su transformación, su mejoría. Si aprendo a sentir mi cuerpo voy a crear espontáneamente la postura correcta para la ejecución del instrumento. No desde una regla impuesta desde lo externo, sino desde una verdadera conciencia interior.

Estas palabras quisieran transmitir un poco del aroma que tiene la posibilidad de un encuentro diferente con la música, con el aprendizaje de un instrumento. Pero no diferente por especial, ya que estas son ideas comunes a todo camino musical verdadero, sino porque nos hemos alejado de lo simple, de lo profundo.

Arnold Schoemberg, en su tratado de armonía, nos revela que la formación real de un músico es mitad técnica y la otra mitad es aprender a escuchar. ¿Qué significa para un músico escuchar? ¿Es lo que llamamos audioperceptiva?

Tenemos, aquí también, variadas formas de acercarnos a este conocimiento. Es imprescindible que sepamos reconocer melodías, ritmos, progresiones de acordes, etc;

Pero más urgente aún es que nos abramos a percibir la verdadera naturaleza del sonido.

Podemos asistir a un concierto y escuchar a un virtuoso ejecutante y, sin embargo, nada nos llega. Podemos estar viajando y en un camino de montaña sentir a un niño con una flauta y emocionarnos profundamente.

¿Qué hace que la música sea un poderoso canal de tantos sentimientos, de tantas emociones, de tantas imágenes e ideas , de las infinitas posibilidades del vivir?

No lo sabemos, pero podemos intuir que no pasa solamente por aprender los elementos y técnicas musicales. En todo caso , quizás debamos aprender la verdadera esencia de la técnica . Hay algo más.

De este algo más poco podemos decir, lo experimentamos cotidianamente cuando sentimos la música que nos llega, cuando vemos un cuadro que nos emociona , cuando respiramos un amanecer .

Arte es transformación, es vida, es práctica, es un contínuo despertar.

Como dice Spinetta: Trepen a los techos, ya llega la aurora.

Francisco Sicilia